Lena Valenti - [Amos y Mazmorras 04 by Lena Valenti

Lena Valenti - [Amos y Mazmorras 04 by Lena Valenti

autor:Lena Valenti
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Romance, Erotico, Novela
editor: eBooks Xibalba
publicado: 2016-08-03T06:00:00+00:00


Capítulo 11

Leslie había leído mucho sobre el tema mientras se instruía como ama. Sabía, después de hablar con especialistas sobre las fantasías de las mujeres, que uno de los fetiches a los que más recurrían mientras se masturbaban era a la violación. Les encantaba visualizar mentalmente como tres o cuatro hombres las reducían y las obligaban a aceptarlos en su cuerpo, manipulándolas de todas las maneras. Se imaginaban que se corrían dentro y que las llenaban por todas partes. Colmadas, sometidas y reducidas. Y entonces, ¡zas!, se corrían.

Al principio, Leslie no lo podía comprender. Pero, después, cuando las psicólogas le daban una razón para pensar en ello, lo entendió.

Las fantasías solo eran fantasías. Era el modo en que la mente jugaba para encender el cuerpo. Imaginarlo, por supuesto, no quería decir que fueras una pervertida y que desearas que te violaran. Y si alguien afirmaba eso era porque ignoraba por completo cómo funcionaba su mente.

Leslie siempre lo defendía así: «Odias a tu jefe y te imaginas apalizándolo y torturándolo. ¿Eso te convierte en un violento o en un asesino? No. Porque, al final, no vas a hacer nada de eso». Con las fantasías sucedía lo mismo.

El fetiche de la violación era solo un juego de la mente que te excitaba porque sabías que era algo prohibido, algo que en la realidad no querrías experimentar.

Sin embargo, el BDSM rebasaba los límites y los juegos sexuales que implicaban sus prácticas. En el BDSM, podías simular una violación, porque la consentías.

Como en ese preciso momento.

Leslie estaba metida en una sala en la que los tres amos iban a informarla sobre lo que le iban a hacer; pero, en vez de eso, fue el hombre tras el cristal el que habló con un deje un tanto extraño que no les pasó desapercibido ni a Leslie ni a Markus:

—Puedes chillar, puedes patalear, puedes quejarte, puedes intentar luchar contra ellos… Pero el objetivo de este juego es que todos te follen y que yo lo vea. Y, por mucho que te resistas, acabarán con sus pollas dentro de ti.

—Markus —le dijo Nick a través del comunicador—, acércate más.

A Markus no le gustaron nada los comentarios de aquel cliente. Se acercó al cristal, obedeciendo las órdenes de Nick, y miró de frente al hombre encapuchado, que, sentado en una especie de trona, observaba el espectáculo.

Dos hombres más, cuyos rostros estaban igualmente cubiertos, le custodiaban, uno a cada lado, cruzados de brazos y abiertos de piernas, como si fueran guardaespaldas.

—¿Me has oído, sumisa? —repitió el hombre.

—Sí, señor —contestó Leslie, metida en su papel. El mohicano sonrió al cliente, cuando en realidad lo que quería era traspasar los cristales y arrancarle los dientes uno a uno.

—Yo estoy al mando, señor —advirtió Markus, mirándolo a través del cristal.

El cliente sonrió como si le importara un bledo, y continuó hablando directamente a Leslie.

—En cuanto te pongas bajo el foco central de esta sala, los cuatro hombres irán a por ti. Te arrancarán la falda y el corsé, y destrozarán tus braguitas.



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